"El mundo que vemos, que tan descabellado nos parece, puede muy bien ser el resultado de un sistema de creencias que no funciona. Dicho sistema de creencias sostiene que nuestro pasado lleno de miedo se extenderá hasta un futuro igualmente temible, haciendo que pasado y futuro sean uno y lo mismo. Lo que nos hace sentir tan vulnerables son los recuerdos de acontecimientos dolorosos y temibles; y es precisamente esta sensación de vulnerabilidad lo que nos hace querer predecir y controlar el futuro a toda costa.
Si nos lo proponemos, podemos cambiar nuestra manera de pensar. Mas, para ello, tenemos que examinar de nuevo todas las cosas que hemos asumido y que valoramos, así como todos los valores del pasado. Ello quiere decir dejar de interesarnos en seguir aferrados al miedo, a la ira, a la culpabilidad o al dolor. Significa romper totalmente con el pasado, así como con todos los miedos que venimos arrastrando desde el pasado y proyectando hacia el presente y el futuro." G. Jampolsky
Por mi experiencia personal y profesional, éste es el punto clave.
En la primera sesión suelo preguntar qué espera el paciente conseguir con el proceso terapéutico que inicia. La siguiente pregunta es: ¿Qué está dispuesto a hacer para lograrlo?
Nosotros nos hemos propuesto que nuestra meta es la paz mental.
Llegó el momento de preguntarnos: ¿qué estoy dispuesta a hacer para lograrlo?
¿Estoy dispuesta a renunciar a la química que me produce el miedo, la ira, el resentimiento, la culpabilidad, el dolor?
¿Estoy dispuesta a renunciar a la afirmación: "yo soy así" ó "esto es lo que me tocó"?
¿Estoy dispuesta a responsabilizarme no sólo de lo que hago sino también de lo que pienso y de lo que siento sin buscar justificaciones fuera de mí, en las circunstancias o en las acciones de otros?
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