Los científicos han estado vinculando al ejercicio físico con la salud del cerebro durante muchos años. De hecho, evidencia convincente muestra que el ejercicio físico ayuda a construir un cerebro que no sólo resiste el encogimiento, sino también aumenta las capacidades cognitivas.
Por ejemplo, ahora sabemos que el ejercicio promueve un proceso conocido como neurogénesis, es decir, la habilidad de su cerebro para adaptarse y crecer nuevas células cerebrales, independientemente de su edad.
El Ejercicio lo Protege del Estrés y la Depresión
El ejercicio es una de las "armas secretas" para superar la depresión y los estudios han demostrado que su eficiencia normalmente supera a la de los medicamentos antidepresivos. De hecho, la investigación ha demostrado que en la mayoría de los casos, estos medicamentos no funcionan mejor que un placebo--y también pueden tener efectos secundarios graves.
Una de las maneras en que el ejercicio promueve la salud mental es al normalizar la resistencia a la insulina y al mejorar las hormonas que lo hacen "sentirse bien" y los neurotransmisores asociados con el control de estado de ánimo, incluyendo las endorfinas, serotonina, dopamina, glutamato y GABA.
Investigadores suecos también han hablado del mecanismo por el que el ejercicio ayuda a reducir el estrés y la depresión relacionada. Pues resulta que, los ratones con músculos bien entrenados tienen mayores niveles de una enzima que ayuda a metabolizar una sustancia química del estrés llamada quinurenina.
Su descubrimiento sugiere que al ejercitar los músculos en realidad ayuda a liberar las sustancias químicas del estrés que pueden conducir a la depresión. Según los autores:
"Nuestra hipótesis inicial de la investigación fue que el músculo entrenado produciría una sustancia con efectos benéficos sobre el cerebro. En realidad encontramos que el músculo bien entrenado produce una enzima que desintoxica al cuerpo de sustancias dañinas. Así que en este contexto la función del músculo es una reminiscencia del riñón o el hígado.”
Investigaciones recientes han demostrado los vínculos claros entre la
inactividad y la depresión. Las mujeres que estuvieron sentadas durante más de siete horas al día presentaron un riesgo del 47 por ciento más de depresión que las mujeres que se sentaron durante cuatro horas o menos al día. Las que no participaron en ninguna actividad física, tuvieron un riesgo del
99 por cientomás de desarrollar depresión que las mujeres que hacían ejercicio.
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