viernes, 6 de marzo de 2015

PODRÍA VER PAZ EN LUGAR DE ESTO

"La mayor parte del tiempo veo un mundo fragmentado en el que nada parece tener sentido. La fragmentación de mi experiencia cotidiana refleja el caos que veo en mi interior. Hoy le doy la bienvenida a una nueva percepción de mí mismo y del mundo." G. Jampolsky


A veces ni siquiera nos detenemos para hacer consciente y sentir lo que estamos viviendo. Estamos inmersos en la vorágine cotidiana, sobre todo de lunes a viernes.  Ésta es la causa de muchas de las "depresiones" de fin de semana, de golpe caemos, como si la calesita (carrusel) se parara de repente.
Parar voluntariamente varias veces cada día para hacer consciente el instante que estamos viviendo, para aquietar el caos interior producido por los pensamientos disociados de lo que estoy haciendo y sintiendo, me permite integrarme y, al hacerlo, integrar y dar sentido al mundo que percibo.
Ir unos minutos al baño en el trabajo, aprovechar la fila ante una caja o la espera a ser atendidos en cualquier dependencia, mientras estamos en un medio de transporte o caminando por la calle, son momentos muy propicios para aquietar la mente y traerla a lo que nuestro cuerpo hace y percibirnos a nosotros mismos. 
El simple ejercicio de centrarnos en el aire que entra y sale de la nariz mientras sonreímos, repitiendo mentalmente lo que estamos haciendo (el aire entra y sale, por ejemplo o ahora respiro y sonrío, o yo aquí ahora, aprovecho esta espera y la agradezco), nos ordena internamente, nos integra nuestras partes dispersas. Unos segundos así, los que necesitemos para experimentar el cambio en nosotros mismos. La mayoría de las veces este cambio se produce antes del minuto.



Y luego, en ese estado de integración con uno mismo observamos lo que nos rodea. Me gusta pensar en esos momentos ante cada otro en quien detengo mi mirada: "Amo a esta gente, de alguna manera estoy conectada con todos."

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