"Cuando estamos enfermos, nos sentimos tentados de quejarnos y tenernos lástima. Sentimos también la tentación de poner toda nuestra atención en el cuerpo y de sentirnos incapacitados por la incomodidad y el dolor. Cuando estamos en ese estado, cualquier sentimiento de ira, irritabilidad y depresión no hace más que reforzar una sensación generalizada de desamparo y desesperanza... tenemos la opción de desviar la atención de nuestras dolencias corporales y concentrarnos sólo en ayudar verdaderamente a otros.
En el momento en el que ponemos toda nuestra atención en ayudar a alguien, dejamos de percibirnos como que estamos enfermos o sufriendo y podemos comprender realmente el lema:*Dar es recibir*."
G. Jampolsky
Puedo dar testimonio de la contundente eficacia que supone desviar nuestra atención de las dolencias y ponernos al servicio de los otros.
Aquello en lo que centro mi atención crece, aumenta hasta cubrirme totalmente.
Esto no significa negar un malestar físico, simplemente es evitar identificarme con él.
El modo en que construyo mi pensamiento me identifica.
Una cosa es decir "tengo tal síntoma", por ejemplo alguna cardiopatía, y otra es decir "soy cardíaca". La contundencia de la afirmación SOY, no deja espacio ni escapatoria.
Identifico y acepto mi malestar, hago lo necesario para cuidarme amorosamente, e inmediatamente amplío la mirada y veo cuantas otras opciones, bendiciones, capacidades, actividades, caminos, posibilidades, personas, paisajes están a mi disposición en este mismo instante.
Elijo poner mis capacidades al servicio de mí misma y de los otros.
Siempre, cualquiera sea
mi situación, hay algo que puedo hacer por otro.
Aún tomarle la mano, sonreír...
DAR ES RECIBIR
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