Los traumas psicosociales de la niñez se relacionarían con un mayor desgaste fisiológico en la edad adulta, según los resultados extraídos del seguimiento durante varias décadas de miles de británicos. Entre estas experiencias infantiles adversas generadoras de estrés cabría citar la separación de los padres por divorcio o muerte, problemas de alcoholismo de algún miembro de la familia, trastornos psiquiátricos o problemas con la justicia.
Los investigadores tomaron los datos del National Child Development Study, que incluyó a personas nacidas durante una semana de 1958 en Gran Bretaña (3.782 mujeres y 3.753 hombres, que ahora cumplirán 57 años), sobre las cuales se ha realizado un seguimiento a lo largo de su vida analizando diferentes parámetros sociales y de salud. El estado fisiológico de estos individuos ya en su etapa adulta se midió por la carga alostática, una medida del desgaste fisiológico global que en este caso se ha construido con una serie de biomarcadores considerados clave para la salud, como la presión arterial, los triglicéridos o el cortisol.
Entre los hombres que presentaron experiencias adversas precozmente, las principales conductas de riesgo para la salud medidas en diferentes décadas de su vida (por ejemplo, a los 23, 33 y 44 años) han sido fumar, un bajo nivel educativo y un pobre estado socioeconómico. Entre las mujeres que también padecieron algún trauma infantil, además de estos mismos parámetros, destaca un índice de masa corporal elevado.
Según los autores, los niños que han sufrido una adversidad tienen en promedio en su vida adulta un nivel socioeconómico y educativo más bajo y son más propensos a adoptar comportamientos de riesgo para la salud, como fumar, consumir alcohol o tener un índice de masa corporal superior. La vía biológica aún está por esclarecer, pero es probable que el sistema fisiológico responda de algún modo al estrés.
Este informe es de www.neurología.com (http://www.neurologia.com/sec/RSS/noticias.php?idNoticia=5042)
Un entorno seguro y previsible, sin gritos ni otro tipo de maltrato, con horarios y pautas estables, con límites adecuados, son las condiciones que aseguran un nivel de estrés aceptable tanto para los niños a nuestro cuidado como para nuestro niño interno, que vive en un eterno presente en nuestra mente inconsciente y sigue requiriendo de nuestra atención.
El estres infantil tiene efectos sobre la salud en la edad adulta y sobre los adultos que acompañan a los niños.
El estrés de los adultos (padres, maestros, cuidadores) repercute directamente en el de los niños.
El estrés de los adultos (padres, maestros, cuidadores) repercute directamente en el de los niños.
Algunas pautas para equilibrar los niveles de estrés, de nosotros primero para que los niños que nos rodean (hijos, nietos, sobrinos, alumnos) equilibren los suyos, pueden ser:
- Bajar el tono de voz,
- Sonreír más seguido
- Acostarnos y levantarnos a la misma hora,
- No sobre exigir a los niños ni sobre exigirnos a nosotros mismos
- Cuidar la alimentación de la familia
- Comer en familia
- Apagar todos los dispositivos electrónicos (tv, compus, ipod, teléfonos, tablets, etc) por un rato
- Conversar
- Escucharnos
- Atendernos
- Respirar y contar hasta 100 antes de reaccionar
- Tener momentos de quietud y de silencio
- Privilegiar el Amor en lugar del miedo
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