¿Te has permitido alguna vez pasar, aunque fuera sólo un día, concentrado en aceptar totalmente a todo el mundo sin emitir juicio alguno? La mayoría de nosotros pensamos que sería una tarea formidable, ya que cuando estamos en compañía de alguien, rara vez nos pasamos unos momentos, y mucho menos un día, sin emitir juicio alguno. Si observásemos nuestros pensamientos nos quedaríamos atónitos ante la frecuencia con la que nos condenamos a nosotros mismos y a los demás. Podríamos incluso llegar a pensar que que es imposible dejar de ser así de críticos.
Sin embargo, lo único que necesitamos para dejar de juzgar por completo es estar dispuestos a no hacerlo más, sin esperar lograrlo a la perfección en un día.
Sólo mediante una práctica constante y continuada podemos abandonar los viejos hábitos que ya no deseamos." G. Jampolsky
Estamos intentando aprender a ser observadores de nuestros pensamientos para poder elegir cuáles acoger y cuáles dejar pasar.
Los científicos han calculado que cualquiera de nosotros emite alrededor de 60.000 pensamientos al día.
Así que es mejor tomarse esta tarea con humor, diluyendo nuestra fantasía omnipotente de lograr algo de esto completamente en poco tiempo. Por suerte la expectativa de vida es cada vez más larga, tendremos oportunidades en gran cantidad.
Cuando yo logro estar atenta y descubro que estoy juzgando, a mí, a otros o a la situación, sonrío y me digo: "Ay Estercita, te pesqué". Y después de recordarme que sólo veo, desde la ventana estrecha de mi mente, una parte de la realidad, que estos juicios me vienen automáticamente, porque en algún momento del pasado se asentaron en mí, intento, por lo menos, dejar de alimentarlos y justificarlos.
Sonreír ayuda siempre, aceptarme imperfecta o, mejor dicho, perfectamente humana en mi imperfección y amarme así, empieza por permitirme amar a los otros en su perfecta imperfección humana.
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