jueves, 27 de noviembre de 2014

LA MENTE DIVIDIDA



 "Podría resultarnos útil comparar la mente al rollo de película, a la cámara y al resto del equipo necesario para crear una producción cinematográfica.
Lo que experimentamos es en realidad nuestro propio estado de ánimo proyectado sobre una pantalla a la que denominamos *el mundo*. El mundo y los que en él habitan se convierten en el reflejo de nuestros propios pensamientos y fantasías.  Lo que la mente proyecta pasa a ser nuestra percepción, la cual limita nuestra visión mientras nos sigamos aferrando a ella.
Nuestra mente opera como si estuviese dividida en dos: una parte actúa bajo la dirección del ego y la otra bajo la dirección del Amor. La mayor parte del tiempo nuestra mente obedece los dictados de ese pseudo-director al que llamamos ego, que no es sino otro nombre para el miedo.
El ego dirige únicamente películas de guerra y de conflictos, aunque  las disfraza de tal manera que aparentan ser la culminación de nuestras más caras fantasías románticas. En realidad, sólo dirige películas que proyectan la ilusión de que estamos separados los unos de los otros. Nuestro verdadero director, el Amor, no proyecta ilusiones, sino que tan sólo extiende la verdad. El amor dirige películas que vinculan y unen.
En efecto, nuestra mente hace a la vez de director, productor, guionista, montador, actores y actrices, operador de cabina, espectador y crítico. Al no tener límites, puede cambiar en cualquier momento la trama de la película y todo lo relacionado con ella. Nuestra mente tiene el poder de tomar cualquier decisión.
Aquella parte de la mente que está regida por el ego actúa como un telón de miedo y culpabilidad que bloquea el Amor. Podemos aprender a ordenarle a nuestra mente que levante ese telón para revelar la luz del Amor, el cual siempre ha estado ahí presente y constituye nuestra verdadera realidad." G. Jampolsky
Para levantar el telón de miedo y revelar la luz del Amor, necesito primero centrarme en mí mismo y tomar aquellas decisiones que me indican que me estoy cuidando, protegiendo, amando. Es decir, que sostienen mi paz mental.
¿Sigo en esta situación o relación ante la que reacciono con  malestar,   por miedo a equivocarme, a quedarme sola, a ser juzgada o por culpa? ¿Me amo lo suficiente como para considerarme merecedora de bienestar? ¿Me mantengo en un estado de indecisión y conflicto mental?
Hoy intentaré que el director de mi mente sea el Amor, comenzando por el amor a mí misma, tomando momento a momento decisiones que contribuyan a mi paz mental.

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