LA IGLESIA DEL AMOR, continuación
Se inclina ante todos los que iluminaron el camino del amor y dieron su vida por ello.
No permite ninguna jerarquía en sus filas ni se fija en la organización, porque nadie es más que otro.
No promete ninguna recompensa, ni en esta ni en la otra vida, sólo la alegría de ser en el amor.
Sus miembros se reconocen en la forma de actuar, en la forma de ser y en los ojos y no en ningún gesto externo que no sea el abrazo fraternal.
No conocen el temor ni la vergüenza, y su testimonio es siempre válido, tanto en las épocas buenas como en las malas.
La Iglesia del Amor no tiene ningún secreto, ningún misterio ni ninguna consagración, excepto la profunda sabiduría sobre el poder del amor y a través de él el mundo se transformará, cuando lo quieran los hombres, pero sólo si primero nos cambiamos a nosotros mismos.
Todos los que se sienten sus miembros le pertenecen.
Pertenecen a la Iglesia del Amor.
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