martes, 24 de enero de 2012

¿RESIGNARSE, TOLERAR, SOPORTAR O ACEPTAR?

Resignarme es darme por vencido. Sugiere el final de una lucha, la pérdida de la esperanza, el cierre del camino. Cuando me resigno me coloco en el lugar de la víctima, sin darme a mí mismo, a los otros o a la situación posibilidad al cambio. La resignación cristaliza la situación, me cristaliza a mí y al otro, nos deja estáticos, sin movimiento. Como la muerte. "No vas a cambiar nunca". "No tiene remedio". "Yo soy así".
Negamos toda posibilidad de cambio o transformación. Resignarse es acunar el sufrimiento.
Tolerar es colocarme en un nivel superior a lo tolerado. Si tolero lo hago porque soy más fuerte, más capaz, más bueno, más digno... que lo que tolero. Así sea una situación, una persona, mis propias dificultades. Tolerar supone el juicio y la crítica, los lleva ocultos. Tolerar me envuelve en la secreta trampa de creerme mejor... "Te tolero porque no puedes ser distinto"."Te tolero aunque no seas como yo quiero que seas". "Tolero la situación porque soy fuerte". Es muy parecido a soportar. Siempre está la amenaza enmascarada del final: ¿y si me canso y ya no soporto más, no tolero más? Tolerar, soportar es justificar mi ira en este final.
Aceptar en cambio es celebración gozosa. Celebro la diferencia entre yo y vos. La celebro como el camino que me lleva a encontrarme con los misterios del otro sin intención de develarlos. Aceptar es apertura a todas las posibilidades. Renuncia a negar u ocultar, abandono de mi compulsión a forzarme, a forzar a los otros o mi realidad actual para ajustarla a mis deseos. Aceptar es decir "SÍ", es tener fe y confianza en mí y en los otros. Aceptar la situación difícil es abrirme al aprendizaje, es escudriñar las posibilidades y las oportunidades que hay en mí, en el otro, en la situación.  Cuando empiezo el ejercicio de ir aprendiendo como aceptarme tal cual soy  aquí y ahora, cuáles son mis posibilidades en este momento, comienzo a descubrir muchos de mis talentos escondidos y cultivarlos. Y eso se va expandiendo en mi aceptación de los otros, de mi realidad, de la realidad social y económica: encuentro las oportunidades, las potencialidades que puedo tomar y desarrollar. Por eso la aceptación es la condición para el cambio. 
Cuando me resigno o tolero me centro en lo negativo, en lo que no quiero, en lo que me molesta de mí, de los otros o de la circunstancia, estrecho mi visión y la concentro en lo tolerado, en lo soportado y lo amplifico como con una lupa.
Cuando acepto, amplío mi mirada, abro la lente de la consciencia e ilumino todos los rincones. 

Dice Segio Sinay en su libro "El buen amor": "La aceptación me libera de la tentación de cambiar al Otro y me hace libre también del peligro de ser forzado a cambiar para convertirme en lo que no soy. La aceptación como condición del buen amor, bendice el encuentro entre dos que cruzan sus vidas para generar  un vínculo único y sagrado desde sus bienaventuradas singularidades".



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