miércoles, 21 de marzo de 2012

De hijos y padres, noticias de la Revista de Neurología

Los hijos de padres mayores de 35 años son más propensos a sufrir un trastorno del espectro autista - Revista de Neurología


Un estudio publicado en Annals of Epidemiology ha determinado que los hijos de padres mayores de 35 años parecen más propensos a sufrir un trastorno del espectro autista, aunque los datos no explican la razón. Si la causa fueran las complicaciones genéticas asociadas con los espermatozoides o los óvulos envejecidos, tener ambos padres mayores debería elevar aún más el riesgo de que un hijo sea autista.Los autores reunieron información de 9.556 niños diagnosticados con trastorno del espectro autista. 
Los hijos de padres mayores de 35 años tenían hasta un 28% más de probabilidades de recibir ese diagnóstico que los niños de padres menores de esa edad. La edad materna no modificó ese resultado. Si el padres tenía más de 40 años, el riesgo de tener un hijo autista era un 37-55% más alto elevado, independientemente de la edad materna. En el caso de la edad materna, los hijos de mujeres mayores de 35 años eran un 21-37% más propensos a desarrollar autismo que los hijos de mujeres menores de 35 años.

Más allá de lo biológico de la edad y de cuestiones genéticas que podrían influir aunque no determinar, me permito relacionar estos resultados con la realidad de algunos mayores de 35 que han postergado o no han elegido hasta esta edad tener hijos porque en su proyecto de vida y otras cuestiones están primero: la profesión, la economía, el trabajo, su arte.
Eso no cambia automáticamente por el nacimiento de un hijo. La vida superocupada, la mente dedicada a cuestiones profesionales y laborales. La atención y las energías puestas en sus objetivos prioritarios; su carrera, su economía, su arte. No queda espacio, tiempo ni fuerzas para el hijo, porque no podemos todo, somos humanos y finitos.

¿Cómo entender si no esos casos,  como el sucedido el año pasado, en donde un padre, profesor universitario, dejó a su bebé en el coche en donde se murió deshidratado porque su papá se olvidó de él cuando entró a su despacho en la universidad? Y lamentablemente no fue el único. Son casos extremos, pero sin llegar a eso los bebés y niños sentados frente a niñeras electrónicas, mientras sus padres leen, chatean, blogean o trabajan en sus computadoras, son escenas 
más comunes de lo deseado hoy en día. 


Es necesaria una cierta calidad en el vínculo con un bebé, una serena dedicación real, estar presente el momento en que estoy con mi hijo para detenerme a mirarlo a los ojos y acariciarlo, a mirarlo mientras lo acaricio y lo abrazo suavemente y le hablo. 

Es necesaria una atención EXCLUSIVA.
Esos estímulos producen un efecto real en la conformación de las redes neuronales. 
Tener un hijo no es comprarse un piso o un coche para tener lo que hay que tener, para no quedarme sin eso que ansío tener. Tener un hijo es elegir un nuevo proyecto de vida, es aceptar que mi vida cambiará para siempre, que mis prioridades a partir de ahora REALMENTE serán otras.
 Mi carrera, mi profesión, mi trabajo, mi economía pasarán a otro plano pues elijo hacerme cargo de la responsabilidad más ardua del ser humano: el cuidado y la crianza de otro ser humano. Los primeros meses de vida son cruciales y es necesaria una dedicación casi absoluta, por eso dan licencias por nacimiento de hijos y en muchos países se los dan al padre y a la madre.

 Otros adultos pueden suplirnos, pero asegurémonos que esos adultos le prestan al bebé la atención en exclusividad que es necesaria para un desarrollo adecuado. 

1 comentario:

  1. Holaaaaa, me pareció interesante cuando lo leí por eso lo comparto con mis propios comentarios como psicopedagoga.
    Un abrazo

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