La ley del dar y recibir, igual que el resto de las leyes, funciona siempre. Vivimos en un permanente intercambio. Los átomos de oxígeno que están vivificándome en cada inspiración fueron exhalados por otro en algún tiempo y en algún lugar y transformados por el vegetal que otro cultivó. El agua de las gotas de mi transpiración volverán en forma de lluvia a mojar el rostro de quien no conozco.
Los pensamientos que inspiran estas palabras los he recibido de otros, los he hecho míos y ahora los entrego. Todo lo que doy lo he recibido antes.
La ley funciona en forma constante, el dar y el recibir es permanente en el universo.
La cuestión es: ¿Soy consciente de lo que estoy dando y recibiendo? ¿Me siento agradecido por lo que recibo en este instante?
Así como mis fluidos pasan a formar parte de otros, es decir impactan en el ambiente, también lo hacen las ondas electromagnéticas de mis pensamientos y sus retoños, mis sentimientos.
En el día de hoy trataré de ser consciente de mis pensamientos y emociones procurando que cada uno contribuya y alimente la paz y armonía en el mundo. Al mismo tiempo cuidaré las ideas y emociones ajenas a las que me expongo, aún las que me vienen a través de los medios de comunicación, disponiéndome a recibir solamente aquellas que contribuyen a sostener mi alegría y serenidad.
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