A medida que me voy adentrando en la práctica del amor incondicional mi mente, de tanto en tanto, enciende la luz de alerta:
¿Y yo qué?
¿No es esto al final someterme al capricho del otro?
¿No es acaso ponerme en una zona de riesgo si las conductas del otro son inadmisibles para mí o me causan daño?
¿No es esto muy parecido a la dependencia emocional?
El amor incondicional está muy lejos de todo esto. El amor incondicional empieza por la aceptación total y completa de quien yo soy y me envuelve. Empieza por el amor sin condiciones a mí misma, por mi propio y dedicado cuidado, por la observación de mí y de los efectos en mí de mis acciones y la de los otros.
El amor incondicional libera, sí, primero a mí misma: me doy la libertad de tomar decisiones, de cambiar de opinión, de alejarme de todo aquello y de todos aquellos que me dañan. Primero mi propia protección y luego mi deseo de que los otros que amo o las situaciones cambien a la medida de mis gustos.
En realidad, si amo a una persona pero quiero que cambie como condición de seguir amándola... ¿La amo realmente?
En el día de hoy, practico conmigo el amor incondicional. Me dedico a observarme y a aceptarme tal cual soy, me protejo de mí misma, de mis pensamientos dañinos que reemplazo por pensamientos amorosos, me detengo y me abstengo de todas las acciones que pueden causarme dolor (la crítica, los juicios, las quejas, el agotamiento, el aturdimiento) y me procuro momentos de descanso y serenidad, de silencio y armonía.
Me encanta....como siempre!!!
ResponderEliminarGracias NOe! PaSAME AQUÍ LA DIRECCIÓN DE TU BLOG PARA CONVERTIRME EN SEGUIDORA.
ResponderEliminargracias!!! bello y enriquecedor como siempre !!!! rita
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